El 17 de febrero de 1838 nace en las lejanas y abandonadas Islas Canarias, Nicolás Estévanez y Murphy.
No va a resultar una tarea fácil la de resumir su agitada vida, porque Estévanez es un personaje
contradictorio y paradójico, que vive durante un período histórico largo y complejo, marcado
profundamente por la expansión imperialista de la Europa de Bismarck y que abarca tres períodos
concretos de la historia española: la Era de Isabel II, el Sexenio Revolucionario y la Restauración
Borbónica. Pensamos que la sociedad canaria tiene contraída una deuda histórica colectiva, la tarea de
rescatar del olvido en que se encuentra inmerso Nicolás Estévanez y situarlo en el lugar que le corresponde.
Nicolás Estévanez fue un militar comprometido en la lucha por la democracia y la justicia social, permaneció
en las filas del ejército español mientras sus ideas no se lo impidieron. En la actividad política destacó
por su importante labor al ser reelegido diputado, ocupando los cargos de Gobernador Civil de Madrid y
Ministro de la Guerra en cortos períodos de la República de 1873. Pero Estévanez fue más allá en su práctica
política; podemos considerarlo integrado en el sector más revolucionario del Partido Republicano Federal.
Participó en los preparativos de la llamada «Revolución de Septiembre de 1868», en los levantamientos
federales de 1869 y 1872, comenzando a brillar con luz propia en la Primera República Española de 1873.
Sus actividades no son exclusivamente políticas sino también literarias. Destacó Estévanez en sus facetas de
poeta, traductor, periodista e historiador. Tras el fracaso de la Iª República, a causa del golpe del General
Pavía, Estévanez se exilió voluntariamente en compañía de su familia, con una primera etapa en Lisboa, de
donde es expulsado por sus actividades conspiradoras contra la Monarquía de la Restauración. De Lisboa marcha
a Londres para finalizar su periplo de exiliado en el París cosmopolita y cultural de la IIIª República
Francesa, que será también el lugar de refugio de otros republicanos españoles y de revolucionarios de
diferentes países.
Goletilla ligera
que te columpias
con tu quilla rompiendo
las ondas turbias;
Goletilla impalpable
como la bruma
que pareces la reina
de las espumas.
¿A dónde te diriges
leve y gallarda
al soplo de las brisas
de la mañana?
¿A dónde tan velera
tu rumbo marcas alegre
como en sueños
una esperanza?